Chacao ha sido tomado por los gatos, no
importa lo que diga Ramón Muchacho. En mi edificio viven dos. Uno de ellos es
un tipo rudo, flaco, se le ven las costillas y tiene una cicatriz en la cara
que atraviesa por arriba su ojo. Menos mal que es blanco, de ser negro daría más
miedo. Ahora, a pesar de su aspecto es un gato simpático. Si te detienes a
hablar por teléfono en el pasillo va y se sienta a tu lado. Claro que esta
buscando comida o cariño, pero no te lo pide. Solo se para a tu lado y mira
para otro lado. La otra es una gata. Ella si es bonita, blanca con manchas
marrones. Por lo general esta recostada en el piso, descansando, como si fuera
Cleopatra. Cuando te ve maúlla, pero rara vez se mueve. A veces aparece una
tercera gata de pelo largo y gris. Ella es la más bella de los tres, pero tengo
tiempo que no la veo. Capaz alguien la adopto. Ellos entran y salen cuando
quieren del edificio. Hay vecinos que les dan de comer. Pero esto trae
problemas. Otros vecinos se quejan de su presencia. Dicen que la planta baja
huele a pupú y pipi de gato. Yo no he olido nada en la planta baja, pero he de
reconocer que en el sótano, donde estaciono mi carro, si que huele mal. Una vez
conseguí a uno de los gatos durmiendo en el techo de mi carro. Se veía tan
placido, tan feliz. Digan lo que digan, no puedo enojarme con ellos. Son unos
animales hermosos y tienen el mismo derecho que nosotros de vivir en la ciudad
y cagar donde les de la gana. Este es un país libre. Bueno, en el edificio solo
tenemos dos (a veces tres), pero no bien sales a la calle y caminas por un lado
de Parque Cristal te consigues con una manda (¿se dirá así?), en fin, son un
montón. Si pasas por ahí tipo cinco de la tarde puedes ver a unas cuantas
personas dándoles comida o acariciándolos. Eso también trae problema con los
vecinos, algunos se quejan, que si el olor, la mugre, etc. Hay unos gatos
maravillosos ahí, unos muy pequeñitos, otros grandes, unos de pelos largos,
otro cortos. Hay de todos los colores. Son un montón. En el instituto donde
estudio también hay dos o tres gatos. No les den de comer que se quedan y luego
se reproducen y luego son un montón y no se sabe que hacer con ellos, nos dijo
un día una profesora. Pero es imposible no sentarse en un rincón y acariciarlos
y darles algo de comer. Casi todos los chicos que estudian conmigo lo hacen.
Son tan lindos y simpáticos. Se acercan a ti y te maúllan. Les encanta que les
hagas cariños. ¿Cómo no prestarles atención? ¿Se creen que la gente es así de
desalmada? Ellos también tienen derecho de vivir en esta ciudad pienso yo, pero
no todos comparten mi opinión. El otro día vi a una vecina espantando a uno de
los gatos. El, como buen felino, era mucho más ágil y escapo sin problemas.
Salto al muro, se escurrió por un huequito de la reja y salió. Seguro no tardo
en entrar no bien se fuera la señora. ¿Quién se lo impide? Es un gato, un alma
libre y es ágil, puede volver cuando quiera. En el Parque del Este también hay
gatos. Los he visto persiguiendo pájaros, recostados a la orilla del camino.
Había uno que, válgame dios, era el más bello de todos los gatos del municipio.
Limpio, esponjoso, bello, relajado, tomando sol recostado sobre la tierra. Se
ve que comía bien, por que su condición física era perfecta. En fin, como les
he dicho, Chacao ha sido tomado por los gatos, no importa lo que diga Ramón
Muchacho, ahí están, nadie parece acecharlos para comérselos. Ellos no se ven
preocupados, te miran y te maúllan con tranquilidad. Son tan bonitos, traen
tantos problemas con los vecinos.
viernes, 23 de septiembre de 2016
Suscribirse a:
Entradas (Atom)